CERRAR

Información importante sobre Cookies

Este sitio web utiliza cookies propias para ofrecer un mejor servicio. Si continúa navegando consideramos que acepta su uso.

Bases metodológicas

Enfoque desde la globalidad

El enfoque global sugiere no intervenir de manera focalizada sobre un conflicto concreto, sobre todo por evitar la problematización y terapeutización del/la adolescente, ya que las situaciones problemáticas no pueden ser consideradas ni abordadas a nivel general como síntomas de una patología más o menos manifiesta, sin negar la realidad de su posible existencia.

Entendemos que muchos de los comportamientos conflictivos que se dan en el/la adolescente y las consecuencias que estos desencadenan, corresponden a un proceso de búsqueda de identidad en el que todo está interrelacionado.

Por ello, la intervención que se plantea aborda el conjunto de elementos que componen la realidad del/la adolescente, tanto desde un punto de vista personal como familiar, social, académico, laboral,... Es decir.
Las conductas de riesgo que con frecuencia se producen entre los/as adolescentes suelen responder a importantes funciones psicológicas y sociales en torno a las cuáles debe orientarse también la prevención. Las campañas de prevención que se basan exclusivamente en el rechazo de dichas conductas de riesgo sin proporcionar otras alternativas a la conducta que se quiere prevenir, resultan incompletas.

Los estudios epidemiológicos realizados con adolescentes encuentran como factores de riesgo: la pobreza, la ausencia de normas y límites, la discriminación, las oportunidades para incurrir en conductas problemáticas y la exposición a modelos negativos, la indefensión, la baja autoestima, el consumo de alcohol y drogas y el fracaso escolar.

Como factores amortiguadores del riesgo que reducen significativamente el efecto negativo de los anteriores están: la calidad de la escuela, la calidad de la vida familiar, el acceso a recursos positivos para el ocio y otras actividades informales, la disponibilidad de la ayuda de los adultos, los modelos de conducta positiva, la existencia de límites y de procedimientos de control sobre las conductas de riesgo, la motivación de eficacia, la valoración de un desarrollo positivo, el rechazo a las conductas de riesgo y la participación en grupos de iguales de orientación constructiva.

En función de las estrechas relaciones observadas entre las distintas condiciones y conductas de riesgo, los mejores programas preventivos son los que permiten optimizar el estilo de vida global. Esto equivale a mejorar la calidad psicosocial de la vida de los/as adolescentes, para lo cual suele ser importante también llevar a cabo transformaciones en el ambiente en que dichos/as jóvenes se desarrollan.